HAY LUZ AL FINAL DEL TÚNEL
Encarando la recta final de la pandemia
Este domingo. 9 de mayo, abandonamos el segundo estado de alarma en peor situación que cuando salimos del primero. Con un nivel de riesgo 3 sobre 4; una IA a 14 días de 198,6; el 6,85% de camas hospitalarias y el 21,85% de las de UCI ocupadas por pacientes covid-19, y el 6,48% de test positivos, si bien con una tendencia que apunta al descenso.
Con cinco comunidades: País Vasco (447), Madrid (317), Navarra (296), Aragón (293) y Cataluña (251, y la ciudad de Melilla (295), con incidencias por encima del riesgo muy alto, en tanto otras como la C. Valenciana, Baleares, Murcia y Galicia presentan valores bajos. Muy lejos de la nueva normalidad y en un momento en que gran parte de la población sufre la fatiga pandémica.
Una vez más el Gobierno del Estado ha hecho dejación del cumplimiento de sus obligaciones, pasando el control de la pandemia a las CCAA, y muchas de estas se quejan de no disponer de adecuados instrumentos para ello, debiendo contar para adoptar determinadas medidas con autorización judicial, cuyas resoluciones estamos viendo son completamente diferentes y opuestas frente a situaciones similares. La misión de los jueces como ha dicho el Tribunal Supremo no es gobernar sino juzgar.
Y esto ocurre cuando ya estábamos comenzando a ver luz al final del túnel gracias al importante incremento de vacunaciones producido a lo largo de abril y que, si no hay cambios, continuará e incluso se incrementará a lo largo de mayo y de los próximos meses, permitiendo alcanzar la inmunidad de grupo a lo largo del verano.
En los ensayos clínicos de las vacunas no se investigó su capacidad para impedir la infección, tan solo la de proteger frente a las formas mortales y graves de la enfermedad, pero los cambios epidemiológicos observados en los países que van por delante en la vacunación como Israel y el RU apuntan a que la impiden aunque no puede asegurarse al 100%. A medida que vaya aumentando el porcentaje de vacunados el virus va a tener cada vez más dificultades para difundirse y paulatinamente disminuirá la incidencia de la enfermedad.
Hay luz al final del túnel y sería muy lamentable que ahora se produjese un retroceso. Evitarlo depende exclusivamente de nosotros, los ciudadanos, de nuestro comportamiento, evitando al máximo los contactos interpersonales innecesarios, restringiéndolos a nuestros allegados, en una especie de burbuja.
El pasado 21 de abril el ECDC, basándose en la evidencia limitada que indica que las personas completamente vacunadas, si están infectadas, pueden tener menos probabilidades de transmitir el SARS-CoV-2 a sus contactos no vacunados, concluyó que el riesgo de desarrollar enfermedad grave para una persona completamente vacunada es muy bajo en los adultos jóvenes y adultos de mediana edad sin factores de riesgo de covid-19 grave, y bajo en los adultos mayores o personas con factores de riesgo subyacentes, y que el riesgo de desarrollar covid-19 grave para una persona no vacunada que ha estado en contacto con una persona completamente vacunada expuesta a la infección por SARS-CoV-2 es muy bajo en adultos jóvenes y adultos de mediana edad sin factores de riesgo de covid-19 grave, y moderado en adultos mayores o personas con factores de riesgo subyacentes (evidencia limitada disponible hasta ahora).
En base a esto, elaboró un documento con propuestas para los gobiernos sobre situaciones específicas en que las medidas preventivas no farmacológicas como el distanciamiento social o el uso de mascarilla podrían relajarse, a medida que vaya aumentando el porcentaje de vacunados, como cuando personas completamente vacunadas se encuentran con otras también completamente vacunadas; o cuando un individuo no vacunado o individuos no vacunados del mismo hogar o burbuja social se encuentran con personas completamente vacunadas, siempre que no haya factores de riesgo de enfermedad grave o menor eficacia de la vacuna en cualquier persona presente (por ejemplo, edad avanzada, inmunosupresión u otras condiciones subyacentes). También en el rastreo de los contactos se podría clasificar a los vacunados, tras evaluar cada caso, como contactos de bajo riesgo, y no exigir a los vacunados los requisitos de test y cuarentenas de viajeros (siempre que no haya circulación de variantes de escape inmunológico en la comunidad del país de origen), ni las pruebas periódicas en los lugares de trabajo. Medidas todas ellas que tendrán que adoptar los gobiernos de acuerdo con su situación epidemiológica y niveles de vacunación pero que nos hacen sentir que ya estamos en la recta final de la pandemia en nuestro país, viendo cada vez más luz al final del túnel. Sería una pena que ahora se produjese un retroceso.